El Chapare, junto con los Yungas, es una de las zonas de cultivo de coca más grandes en Bolivia. A pesar de que a la coca se la defiende como la hoja sagrada del mundo andino, está claro que el grueso de esta producción va a parar al narcotráfico.
La hoja de coca, es cierto, ha sido usada desde tiempos inmemoriales en los Andes sudamericanos por sus propiedades medicinales, además de su uso tradicional, cultural y religioso. El acullico, es decir el masticado de la coca, lo que en otros países se conoce como chacchar, ha sido y es una costumbre muy común en nuestro país. Pero no resulta para nada creíble asumir que 22 mil hectáreas legales de hoja de coca sembrada son necesarias para el uso tradicional y ancestral de la ‘hoja sagrada’, aún incluyendo su uso industrial como pueden ser: queques, caramelos, dulces, pomadas, etc. En un país con menos de 12 millones de habitantes, donde un porcentaje muy bajo la utiliza en su diario vivir, esa defensa no tiene asidero. Y aquí estamos asumiendo la producción legal, no la ilegal, de la cual es difícil tener estimaciones. Pero esa fue la bandera del ex gobernante caído no solo dentro del país sino hasta en foros internacionales.
Chapare es una de las 16 provincias de Cochabamba y posee lugares de ensueño como Villa Tunari, Colomi, Yuracaré entre otros. Si el próximo gobierno se lo propusiera, podría ser un puntal en la ahora alicaída promoción turística de Bolivia.
Pero lamentablemente, el Chapare destaca no por su turismo, sino por ser el bastión del narcotráfico en Bolivia pues se trata del más grande centro de producción de hoja de coca en el país. Según la controvertida Ley general de la coca promulgada en 2017 por Morales Ayma, se autorizó aumentar a 22 mil hectáreas el cultivo de hoja de coca en Bolivia, de las cuales 14,300 pertenecían a los Yungas y 7.700 al departamento de Cochabamba, aunque habría que ser demasiado ingenuos para creer que esa producción es la real. Esto se hizo en desmedro de los Yungas, donde el expresidente incrementó las actividades de erradicación en zonas no autorizadas en La Asunta (Yungas) para, claramente favorecer a su centro de operaciones del Chapare y a la vez, pretender aparentar esfuerzos por la erradicación de cultivos de coca. Además, los entendidos dicen que la coca producida en el Chapare no es apta ni preferida para el acullico porque es una hoja mucho más ácida que la producida en los Yungas.
La reciente orden de aprehensión que pesa sobre Morales por terrorismo y sedición solo debería ser la punta del iceberg en una serie de denuncias que deben pesar sobre el ex dictador porque hasta ahora, ninguna instancia ha emitido una investigación seria e independiente por el delito que es un secreto a voces contra Evo Morales: sus vínculos con el narcotráfico. Algunos dirán: ‘difícil de probar’, mientras que para otros, sobre todo sus incondicionales defensores, ‘falacias’. Recientemente él mismo ha dicho que en el pasado lo han acusado de todo: de delincuente, de terrorista…hasta de narcotraficante, pero que nunca han podido probarle ningún delito. Aunque pruebas, documentos, testimonios y realidades hay a montones, el nefasto régimen masista se encargó diligentemente de silenciarlas todas. Para muestra de realidades y hechos concretos, un botón: Nadie con dos dedos de frente podría concluir que el máximo líder y dirigente cocalero del Chapare, trinchera del narcotráfico en Bolivia, no sabía ni sabe de las avionetas que han estado operando desde el Aeropuerto Internacional de Chimoré, construcción creada en 2015 por capricho suyo a un costo de más de 35 millones; un aeropuerto internacional en un pequeño poblado como Chimoré donde la población no llega ni a 25 mil habitantes. ¿Tiene sentido semejante despropósito? O quizás si lo tenga, pero ya sabemos para quiénes.
Que la región del Chapare sea tierra de nadie, o mejor dicho tierra de ellos donde mandan los cocaleros en contubernio con el narcotráfico y donde la policía no puede acceder a cumplir su misión, es claro indicio de que ahí el orden y la ley están totalmente subvertidos y es ahora, cuando el caudillo huyó, que no están dispuestos a perder lo mucho que les reportan sus ilícitas actividades, por ello tienen que porfiar por el regreso del líder caído que les garantice que las cosas vuelvan ‘a la normalidad’ para ellos.
Quizás este gobierno de transición no tenga el tiempo suficiente para poner orden en Chapare y desarticular la maraña y el tinglado que nutre el narcotráfico en Bolivia, pero desde Cochabamba Bolivia Net hacemos votos para que el próximo gobierno que nazca de unas elecciones libres y democráticas, tenga los pantalones bien puestos para instaurar el imperio de la ley de modo que ninguna región del país se quiera convertir en una republiqueta al servicio abierto del narcotráfico y el terrorismo.
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