Los ‘elefantes blancos’ en Bolivia, como popularmente se les llama a las infraestructuras millonarias que no funcionan o no se terminaron, hoy provocan acusaciones de despilfarro desde la oposición, que carga contra el expresidente Evo Morales. El Ejecutivo de Luis Arce, que lleva dos años en el poder, evalúa qué inversiones se pueden salvar y señala que las que no sean rentables, no serán reactivadas.
Este tipo de obras inconclusas o sin utilidad práctica, están en varias regiones del país. Su número no ha sido determinado, ni el total del gasto que representaron en los 14 años de Gobierno de Evo Morales (2006-2019), pero son decenas y tan variopintas que, entre las más grandes, hay aeropuertos en lugares sin demanda comercial, un museo dedicado al exmandatario, ahora cerrado; estadios sobredimensionados en municipios pequeños y la sede del Parlamento de Unasur, que nunca abrió sus puertas.
El municipio de Copacabana, a tres horas de La Paz en coche, es uno de los mayores atractivos turísticos de Bolivia por tener playa junto al lago Titicaca, situado a 3.800 metros sobre el mar. También por ser fronterizo con Perú y por el santuario que acoge la devoción a la virgen del mismo nombre. Allí se construyó un aeropuerto, hoy inoperativo, que solo recibió su vuelo inaugural en 2018.
En una visita al lugar, se constató que la terminal aérea está paralizada, cercada con un alambrado, con una pista de dos kilómetros que llega casi al lago, pero con sus edificios vacíos.
La obra demandó una inversión de 6,5 millones de dólares y fue inaugurada hace cuatro años con una celebración multitudinaria en la que Morales argumentó que turistas de las ciudades peruanas de Cuzco y Juliaca querían volar a Copacabana, por lo que el aeropuerto funcionaría como si fuera internacional.
El abandono en el que está es objeto de reclamos de los vecinos más cercanos al aeropuerto, los campesinos aymaras de Copacati, cuya dirigente, Ángelica Mayta, pidió al presidente Arce que lleguen los aviones, que cualquier empresa se haga cargo del equipamiento del lugar y se complete la instalación de servicios básicos ya que ahora hay agua potable en la zona.
Además de la expectativa por más turistas, Mayta clamó que la terminal hace mucha falta para salir de Copacabana cuando otros comunarios bloquean la carretera a La Paz y para urgencias médicas, como se vio durante la etapa más dura de la pandemia, cuando perdieron a sus familiares por no llegar pronto a centros médicos paceños.
Para el profesor Rodolfo Tarifa, “es un elefante blanco porque ya son años sin uso”, pero todavía es posible soñar con la conexión aérea con Cuzco pensando en que los visitantes podrían volar luego directamente al Salar de Uyuni (suroeste), el gran destino turístico de Bolivia.
«Hubo un shock externo y mucho despilfarro»
El diputado opositor Miguel Roca, que visitó el aeropuerto y a esa comunidad aymara, dijo que evaluando como economista e ingeniero civil, la inversión de 6,5 millones de dólares para una pista de aterrizaje de dos kilómetros y una terminal pequeña, fue un presupuesto “exagerado”, aunque podía ver que “hay un buen pavimento”.
“El hecho de que este aeropuerto no funcione no es por razones técnicas. Es por una mala concepción comercial, porque el sistema que maneja el Gobierno desde hace 15 años no invierte en preinversión y factibilidad. Es decir, no se hacen estudios. Las inversiones como esta y otras más grandes se hacen por capricho de algún funcionario con poder”, protestó Roca al cuestionar una falta de coordinación con el sector privado de operadores turísticos y las aerolíneas.
Además, en el departamento de La Paz, están sin operaciones –durante años– las terminales amazónicas de Apolo e Ixiamas (noroeste) que demandaron gastos de 6,4 millones y 6,2 millones de dólares, respectivamente, y en Chuquisaca (sureste) la de Monteagudo, de 7,2 millones de dólares.
Dos obras emblemáticas sin funcionar son el Museo de la Revolución Democrática y Cultural en Orinoca (oeste), el pueblo natal de Evo Morales, dedicado a su historia y a los pueblos indígenas, de 5,6 millones de dólares, y la sede del Parlamento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), ubicada en una población rural de Cochabamba, que demandó alrededor de 70 millones de dólares, pero nunca abrió sus puertas desde su inauguración en 2018.
En los medios locales, pululan las denuncias de estadios grandes en localidades pequeñas y de terminales de autobuses a medio construir, y citan un centro de confinamiento para ganado en el este que está cubierto de maleza y un hipódromo y una plaza de rodeo en el sur que funcionan una vez al año.
Para sintetizar, Roca dijo que Morales recibió diez veces más recursos que sus predecesores por los altos precios de las materias primas como el gas “y gastó, gastó, pero lo peor es que malgastó”.
“Hubo un shock externo y mucho despilfarro”, insistió Roca, para quien el presidente Arce también es responsable de las políticas aplicadas por Morales porque fue su ministro de Economía.
Gobierno: no se entrará “tozudamente” a hacer que funcione algo no rentable
Sobre los “elefantes blancos” construidos en la gestión precedente, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, dijo a los medios internacionales, entre ellos France 24, que profesionalmente ve “que no se ha hecho una evaluación profunda sobre la asignación de recursos y ahí hay que tener cuidado con los recursos públicos”.
“Hay que ver la medida en que esa inversión no se pierda. Hay que evaluar, porque también nunca vas a entrar tozudamente a tratar de hacer que funcione algo que no va a tener su propia rentabilidad o funcionamiento por las propias fuerzas”, sostuvo el ministro tras ser consultado sobre si esas obras iban a mantenerse en el actual estado o si habrá un plan para reactivarlas.
En cambio, Montenegro aseguró que todas las obras inauguradas en la gestión de Arce están funcionando y que los detalles de cada una se analizan con el gabinete económico y el propio presidente.
“Y, seguro, todos esos proyectos que él va a inaugurar en la parte productiva no van a tener ese problema porque se está haciendo una evaluación muy rigurosa y detallada para que no ocurra ningún tipo de problema relacionado a una asignación ineficiente, que al final no tiene un uso, ni un beneficio para la sociedad”, reflexionó el alto funcionario.
El Estado, agregó, puede entrar con subvenciones en áreas como el transporte, como ocurre en varios países del mundo, “pero donde haya inversiones que no puedan ser sostenibles habrá que tomar la decisión de no insistir con ello”.
La inversión pública siempre ha sido considerada como un motor clave de la economía boliviana y para este año ha sido presupuestada en 5.015 millones de dólares, de los que un 30 % irá para infraestructuras y un 42,5 % para el sector productivo.
Según el ministro, la lógica de las nuevas obras es “tener un resultado positivo para la población y para el país, económicamente”.
Fuente: france24.com/es